“¡Ay Carao!” es un cuadro muy especial para mí. Es de los primeros que hice y que me atreví a mostrar en una exposición individual. Esto fue ya hace varios años y el carao (Cassia grandis) es un árbol que me ha llamado siempre la atención por su belleza y majestuosidad, por su color intenso y, en este caso, sin darme cuenta cuando lo hice, por su significado oculto. En su momento no lo sabía, pero con el pasar del tiempo llegó a convertirse en el emblema de La Guía Libre de Gluten, en su bandera, su norte.
Me llena de positivismo y alegría cada vez que lo veo y me emociona profundamente que “¡Ay Carao!” no esté solo, en el cuadro, lo acompañan otros caraos. El blog nació como una necesidad por compartir con los demás las cosas que me han pasado, mis experiencias, el camino recorrido y el crecimiento que conlleva. “¡Ay Carao!” así como en su momento y hoy el árbol de La Guía Libre de Gluten, representa un proceso, un ciclo. Inicié en el mundo del libre de gluten sabiendo muy poco y equivocándome mucho, sin embargo, logré afianzarme a la tierra, echar raíces.
El proceso había iniciado y sin prestar mucha atención ese árbol se fue nutriendo con todo lo que pasaba a mi alrededor, en algunos momentos tuvo la tierra y las hojas secas, en otros se vio obligado a botar sus hojas, pero, a pesar de todo, se mantuvo. Fuerte, sólido, resistente, más de lo que yo pensaba. En gran parte gracias a la ayuda de los otros caraos. De mi familia, de mis amigos, de mi gente. Me apoyaron y reconfortaron cuando más lo necesitaba. Hoy ese árbol ha florecido y está dando sus mejores frutos para compartirlos con el mundo. Bueno, con todo el que quiera leer mis hojas, mis páginas, llenas de historias y hazañas, de risas y desconsuelos.
Cada día, mi árbol se fortalece, es mi casa. Sin embargo, al igual que ustedes debo salir de mi casa, del confort y mi mundo seguro, donde estoy en control. Y es que, en la vida, muchas cosas pasan allá, allá afuera. Así que debo salir todos los días de la sombra que me cobija para enfrentarme al mundo y debo decir que el mundo ¡a veces no tiene cortesías! La alacena no es libre de gluten, ni los menús son especiales y no tengo siempre a mano todo lo que necesito.
Algunos días son geniales, me siento en control, empoderada. Otros días, regreso a casa arrastrando los pies y con la sensación de que todo salió mal. Pero bueno, de eso se trata, así es la vida, no podemos controlarlo todo. Pero hay algo que es siempre seguro, el árbol de La Guía Libre de Gluten está allí cuando regreso, en realidad siempre está conmigo y trato de nutrirlo constantemente, para cobijarme con sus ramas, con sus flores, con sus frutos, con su cariño y con esa esperanza que nunca se pierde.
Con cariño,