
Cuando se trata de gluten a veces ¡el caos es inevitable!
Sucede que recientemente salimos de nuestra ciudad por razones de trabajo. Fue una reunión corta, pero lejos de mi área de control. Decidimos quedarnos en casa de unos familiares una noche y un día. Algo rápido, algo que salió en el momento y que ejecutamos con velocidad. No tuve mucho tiempo para planear, fue una de esas salidas en las que se tiene aproximadamente una hora para hacer la maleta de ropa, tomar la laptop y el cargador (muy importante) y unas cuantas cosas libres de gluten de la alacena. De esas que “salvan la tanda”, como enlatados, barras energéticas, cereal libre de gluten y cosas por el estilo. Nada de comidas saludables preparadas con esmero, jugos de frutas naturales, etc. Esta era una salida exprés.
Bendito sea el momento en que por “piloto automático” decidí llevar de la gaveta de los condimentos: sal, azúcar y pimienta. ¿Qué raro, cierto? ¿quién lleva un pequeño contenedor con sal, azúcar y pimienta en la cartera? Bueno, esa sería yo. No es la primera vez, ni la última, y tampoco es lo más extraño que he sacado de mi cartera. Y esto viene de una persona que lleva en la cartera a todo lado un caleidoscopio, solo porque es colorido y me parece que en momento de aburrimiento extremo (haciendo fila en un banco o algo así) me va a entretener en abundancia.
Fue una buena jugada porque en definitiva lo necesité. El viaje exprés, en casa de familiares fue: ¡Un caos! ¡Caos total! No por la familia, ni por despertarse temprano de un susto tremendo porque un niño entró al cuarto a preguntar si quería jugar con muñecas, (a una hora a la que apenas el sol se asoma tímidamente) sino porque la cocina estaba llena de pan. Pan cuadrado, pan de molde, pan baguette, todo tipo de cosas que se comen en el desayuno. Entre todo este caos estaba el microondas, el horno, la cubertería y servicio de mesa, y por supuesto: la sal, la pimienta, y… la azucarera. El azúcar que necesitaba para ponerle a mi té.
A veces hay que medir las cosas, evaluarlas, analizarlas, considerar, observar… ¡y a veces no tanto! Claramente si en la cocina pareciera haber explotado una bomba de pan lo más probable es que sus boronas con su onda de expansión llegaran a los más recónditos lugares que pueda uno imaginar. Las posibilidades de que encontrara gluten escondido en la azucarera; eran altas.
La teoría del caos dice: que todo tiende al caos. No es una teoría muy misteriosa. En este caso totalmente aplicable. En la cocina, cuando hay pan por todas partes, el caos es inevitable.
Este es el momento en que los condimentos que tomé de mi cocina, y que estaban todavía en mi cartera, llegaron a mi rescate. Tomé una taza, que lavé de nuevo, aunque estaba limpia, y puse agua a hervir para hacer mi té. Herví el agua en el microondas, el cual desprendió un inconfundible olor a pan en el momento en que lo abrí. Lo más probable es que calentaran pan allí unos minutos antes. Yo no puedo andar con un microondas portátil por todo lado, es impensable. Así que respiré profundo, esperé a que se disipara un poco el olor antes de cerrar la puerta y calenté el agua sin pensarlo más. Puse mi bolsa de té cuando el agua estaba lista y agregué el azúcar. De mi propia azucarera. Con esto sentí que recobré un poco el control de mi destino, me tranquilizó. ¡Tenía el poder!, ¡el poder de usar mi propia azúcar, por lo menos! A veces hay que conformarse con las pequeñas victorias. Desayuné unos sorbetos libres de gluten que tenía en la cartera, me los comí de la bolsa, nada de ponerlos decentemente en un plato, eso era, en este punto una ilusión perdida. Fue la mejor decisión, una inteligente.
Logré de alguna forma superar el desayuno, una cosa menos en mi lista. No siempre es fácil, a veces hasta en los lugares adonde uno cree que está más seguro es adonde se presentan los mayores retos.
En la teoría del caos siempre llevamos las de perder, porque las cosas no van a estar limpias, ordenadas, libres de gluten y en perfecto estado. La vida no es así, y por más esfuerzo que hagamos por limpiar, ordenar, planificar, las cosas muchas veces se salen de nuestro control y lo más probable es que el caos se apodere de nuestros espacios. Frente a esto solo hay una cosa que podemos hacer y eso es respirar profundo y afrontarlo con paciencia, inteligencia, buen sentido común, y no lo olviden: nunca está de más tener una sonrisa frente a este tipo de situaciones y claro está: condimentos en la cartera.
Con cariño,