
Ser celiaco o alérgico al gluten es muchas veces difícil (por decir lo menos), pero cuando además tenemos otras alergias como a la soya, al lácteo, al huevo, a la linaza, etc., la cosa se pone enserio complicada. Lo digo honestamente: no hay que desanimarse, hay alergias y sensibilidades que no son para toda la vida. Por ejemplo, una alergia al camarón se puede llegar a curar, en algunos casos, de la mano de un alergólogo, por medio de la ingesta de cantidades muy pequeñas para que el cuerpo vaya generando resistencia. Pero esto, solo si nos cuidamos bien en la alimentación, para que nuestro cuerpo y sistema inmunológico no esté reactivo.
Sin embargo, el punto es el siguiente: no siempre sabemos cómo cuidarnos bien y es que la celiaquía no tiene cura, y por más duro que suene, la realidad es que: ¡es para siempre! “Para siempre” no tiene por qué ser negativo, hay que cosas que serían maravillosas “para siempre”: el amor, la familia, obviamente el algodón de azúcar, las tardes de verano…
Recientemente llevé a una persona muy querida (con varias alergias) al supermercado. No puedo decir que fue fácil encontrar opciones aptas, pero sí puedo decir que cuando de ayudar se trata, los celiacos tenemos que mantenernos unidos y apoyarnos. Y es que, de todas las cosas que me han pasado, tener la oportunidad de ayudar y orientar a los demás en este camino, es de las cosas más lindas que he hecho. Fue como un viaje al pasado, hace más de 12 años que me diagnosticaron y en el proceso de acompañar a mi amiga al supermercado pude identificarme con todas esas cosas que ella sentía, la incertidumbre, la sorpresa, también el luto por las cosas que dejaba y una gran felicidad por encontrar tesoros como: un pan libre de gluten delicioso o, en mi caso, mi chocolate preferido con el inconfundible logo tachado de la espiga de trigo.
Cuando de ayudar se trata es mucho lo que damos, pero es todavía más lo que recibimos de regreso. Saber que le evitamos algunas penas y errores en el camino. La sonrisa y alegría de encontrar opciones y ver que no es tan malo, ¡todo se puede!, bueno, casi todo.
La satisfacción de ayudar es inmensa y como he dicho siempre, el camino libre de gluten es uno que se lleva acompañado, para reír y llorar juntos, para compartir esos momentos que solo los celiacos entendemos, como cuando encontramos jamón de pavo sin gluten y sin soya, que lindo, que lindo, que lindo que es; cuando de ayudar se trata.
Con cariño,