
Hace unos meses tuvimos un paseo familiar grande para celebrar una fecha importante. Al decir “paseo familiar grande” me refiero a la reunión de más de cuarenta integrantes de la familia en un lindo hotel de playa. Todo incluido. Todo incluido… los desayunos, almuerzos, cenas, meriendas, antojos, cocteles, todo por cuatro días, una enorme barra de bufé con toda mi ansiedad servida en platos blancos.
La ansiedad no tiene nada que ver con la familia, ni la playa, me refiero a la comida, o por lo menos a toda la comida que yo no iba a poder probar por el gluten ¡vaya manera de matarle el atractivo a un hotel todo incluido! Mientras algunos lo disfrutan al máximo (hay que decirlo) por la delicia de que te atiendan, no tener que cocinar o preocuparse; otros sufrimos de ansiedad ante la dificultad que representa un bufé (carnes con salsas, lasañas y pastas, pan por todas partes y gente sirviéndose de una bandeja a otro sin gran cuidado) y la contaminación cruzada que no podemos controlar y que aparece a simple vista frente a nosotros.
Lo peor de todo es que el estrés no empieza en el hotel con la llegada, sino semanas antes, mientras la fecha se acerca y nosotros nos vamos imaginando escenarios apocalípticos. Hago aquí un ALTO. Si, un alto, porque es precisamente aquí cuando tenemos que frenarnos. No tenemos que permitir que el pánico se apodere de nosotros, no podemos permitirnos llegar al hotel sin un plan b, sin haber planeado las cosas. Aquí algunos dirán: “no quiero tener que planear todo, quiero improvisar, quiero ser libre y no tener que prensar en todo esto”. Lo siento, yo también quiero, pero no se puede improvisar, al menos en este tipo de casos (hay casos en los que es posible improvisar, no se desanimen, de estos escribiré más adelante). No planear las cosas es como dejar la puerta abierta en un barrio peligroso e irse de paseo esperando que todo esté en su lugar a nuestro regreso. Puede que todo salga bien, no me mal interpreten, pero existe una alta posibilidad de que las cosas salgan mal. Así que ¡manos a la obra, a planear las cosas! Es nuestra mejor defensa.
Lo primero fue llamar al hotel para explicar mi situación, la primera persona que contesta el teléfono en la recepción no es la que nos va a resolver todos nuestros problemas, pero si va a comunicarnos con alguien que puede. Esa persona generalmente es el Chef Ejecutivo o el Gerente de Alimentos. Es importante hablar con la persona correcta y asegurarnos de que esa persona vaya a estar en el hotel en el tiempo de nuestra estadía. Esta es la persona que conoce la cocina, los platillos que se sirven, las estaciones de trabajo y los utensilios que se utilizan para la preparación de los alimentos. En mi experiencia, he encontrado que las personas son muy amables (con algunas excepciones, claro está). Es importante no complicar las cosas con términos confusos o que pueden inducir a error, basta con decir que “soy alérgico al gluten (que está en las salsas, condimentos, pan, pastas, etc.,) y tengo una reacción muy severa si lo llego a comer”. No hace falta especificar que se es alérgico, celiaco, intolerante, sensible, etc.
Además, recomiendo trabajar en equipo y ser positivo, no se trata de hacer simplemente una lista de lo que no podemos comer (hay que hacerlo), pero también hay que ser constructivos, yo siempre propongo algunas alternativas para llegar a una solución. Por ejemplo: “yo podría comer una pechuga de pollo a la plancha, con aceite de oliva, sal y pimienta de molino, con vegetales al vapor sin aderezos ni salsas”. Esto abre la puerta para que la persona que nos está ayudando tenga alguna referencia y podamos pensar juntos en un menú sin gluten.
En este paseo, mis comidas fueron preparadas por aparte, a horas específicas que acordamos previamente (si, no vayan a comer justo en el momento en que están sacando el pan). El chef fue muy amable y, además, me preparó platillos deliciosos que todos querían saber de dónde los había sacado. La recomendación es mantener las cosas simples, no pensar en platillos muy elaborados, evitar las salsas, aderezos, condimentos en polvo. Una buena opción es una proteína a la plancha, vegetales mixtos al vapor, ensaladas y frutas.
Toda esta acción previa hizo que yo pudiera disfrutar del paseo familiar sin tener que preocuparme más de la cuenta. No todo fue perfecto, por supuesto que en mi maleta llevaba algunas cosas estratégicas para ayudarme en caso de que fuera necesario. Pero definitivamente lo categorizo como un éxito, una experiencia que me demostró que ¡es posible ir a un todo incluido siendo celiaco y disfrutarlo!
Recomendaciones adicionales:
- Planear las cosas.
- Llamar con anticipación.
- Explicar lo que no se puede comer.
- Hacer propuestas de lo que si podemos comer.
- Preparar una tarjeta para entregar en la cocina con los alimentos que contienen gluten.
- Explicar sobre la contaminación cruzada, que los utensilios de cocina deben estar totalmente limpios y preparar los alimentos por aparte.
- Llevar un plan de contingencia listo por si las cosas no salen bien. Esto podría ser meriendas nutritivas que nos saquen de un apuro, cereal libre de gluten y cosas por el estilo.
- Preguntar si la habitación cuenta con mini refrigerador, esto nos permite llevar una ensalada fría o comidas similares.
- Tratar de no confundir con términos y detalles que tal vez los celiacos conocemos porque estamos acostumbrados, pero no necesariamente los demás lo saben.
- Mantener las cosas simples, no pedir platillos que generalmente llevan gluten. Pedir opciones que naturalmente son sin gluten para evitar contaminación cruzada.
- Recordar respirar profundo y disfrutar, que ese es el punto del paseo. Ser celiaco es solo una pequeña parte de nosotros, no nos define y no debemos dejar que nos supere.
Con cariño,